Christian no podía esperar. La susurraba al oído palabras que reflejaban su exuberante estado de ánimo. Ella sonreía constantemente satisfecha porque había conseguido que aquel muchacho de quince años recién cumplidos, hubiera dejado de ser virgen, y fuese ella la que lo consiguió. Bien es cierto, que su éxtasis había sido en grado sumo. Nunca había sentido nada igual cuando hacía el amor con su marido.
El señor Lincoln, era frio , rutinario, iba a poseerla sin tener en cuenta las necesidades que ella pudiera tener. Que el hecho de ser mujer no significaba que no pudiera tener algunos deseos concretos, y que cuando a veces se lo había pedido, éste había liquidado la situación en menos que canta un gallo, quedándose ella como si nada hubiera pasado entre ellos.
Por eso, al descubrir el deseo de posesión de aquel adolescente, aprovechó la ocasión para guiarle en sus deseos, y así lo haría en lo sucesivo. Tenía la suerte de que era novato, y al menos hasta que tuviera más experiencia, ella llevaría la voz cantante.
Christian volvió a sus caricias, a sus besos y nuevamente, se entregaron uno al otro. El placer inundaba sus cuerpos y sus pensamientos. Nada ni nadie lograría que se rompiera aquel vínculo que acababan de crear.
- Por favor, Christian, ya vale. No puedo más- decía ella entre jadeos
- Elena... te deseo tanto...
-Lo entiendo. Yo también te deseo. Ha sido increíble, pero hemos de terminar... al menos por hoy. Por cierto ¿ qué hora es?
- ¡ Dios mío ! son las seis de la tarde - dijo un asombrado y perplejo Christian ¿ Cómo hemos podido estar todo este tiempo ?
-Tienes que vestirte ya. Mi marido llegará en un momento
- ¿ Lo repetiremos otra vez?
- Ya veremos. Tenemos que hablar, pero ahora... ¡ vamos, muévete de una vez! Si nos pilla aquí, nos mata
Ambos se vistieron rápidamente y arreglaron la cama totalmente revuelta. Hecho esto, Elena echó un vistazo a la habitación, mientras Christian terminaba de ponerse las deportivas. Todo estaba en orden, como si nada hubiera ocurrido
- Hemos de ser muy prudentes - repitió ella- no pueden pillarnos, de lo contrario tendríamos que romper
- Por mi de acuerdo. Tendremos cuidado
La atrajo hacia si y la beso fuerte en la boca
- Me voy ¿ vuelvo mañana?
- Claro, pero no se si tendremos la suerte de hoy. No puedo mandar a Ruth todos los días al supermercado. Pero ya me inventaré algo. Pero antes de que lo hagamos otra vez, tenemos que hablar
- Pero... ¿ de qué ? - preguntó él algo inquieto
-De muchas cosas que nos harán extremadamente felices. Lo de hoy ha sido una pequeña muestra, para lo que tengo pensado. Y ahora vete, por favor. Estoy nerviosa
- Adiós Elena
Salió de la casa mientras ella terminaba de arreglarse. Se maquilló y peinó su cabello. Cuando su marido llegó, la encontró cocinando , preparando la cena . En su actitud y en su rostro, nada hacía presumir que había tenido una tarde tormentosa.
Lincoln depositó sin apenas rozarla, un ligero beso en la mejilla. Abrió el frigorífico y cogió una cerveza dispuesto a bebérsela mientras veía por televisión un partido de rugby. Ella pensaba " nada que ver con Christian. Dios mío qué muchacho. Ha sido increíble. Es un auténtico volcán , y será solito para mi".
Christian, cubrió la distancia desde la casa de Elena, a la suya, corriendo. No sabía muy bien porqué corría. Quizá necesitaba quemar adrenalina. El día se había presentado interesante y no digamos el resto... hasta llegar a la tarde y su despedida hasta el día siguiente.
- Creo que me he enamorado de ella. ¡ Ha sido fabuloso ! Ni en mil años, hubiera imaginado algo semejante. Si alguien me hubiera dicho que mi primera vez iba a ser tan excitante, no me lo hubiera creido. Peter siempre alardeaba de su primera vez, pero luego resultó que ni siquiera se había corrido. ¡ Menudo fantoche ! Esta mujer es...Tiene un cuerpo que te hace vibrar aunque no quieras. Es perfecta. Todo en ella es fabuloso, sus piernas, su rostro, sus pechos... Me ha vuelto loco. Si me dice que me tire de cabeza a un pozo, lo haré sin dudar. Quiero que sea mi maestra en los placeres del amor, del sexo y de la vida. Y yo la prometo ser un alumno aventajado. Y ahora he de calmarme, o de lo contrario mi madre me notará algo raro, porque estoy raro. Puedo decir que soy un hombre, aunque tenga la edad de un crio. Y se lo debo a ella, a mi ángel, mi amada Elena.
Cuando llegó a casa, no encontró a nadie más que a la señora que ayudaba en las faenas caseras
- Mejor, así cuando llegue mi madre, ya me habré duchado y tranquilizado un poco. Volvería hacer el amor de nuevo, ahora mismo. Santo cielo ¡ qué mujer !
Se dio cuenta que no había comido nada en todo el día, y ella tampoco. Se habían alimentado de amor. Pero de repente sintió un hambre espantosa, y decidió bajar a la cocina a prepararse algo, u olisquear lo que estaban cocinando.
- Hola - saludo a Marta que así se llamaba la buena mujer- ¿ Podría comer algo de lo que estás preparando ? huele de maravilla
- Claro que si. Para eso lo estoy haciendo. Ala, siéntate que ya mismo te lo sirvo
- Es que hoy he trabajado muchísimo y me siento hambriento
- ¡ Cómo no..., a tu edad !
-¿ Qué tiene que ver mi edad para tener hambre?
- Mucho... te estás criando. Te estás haciendo mayor y tu organismo necesita que comas para que seas un muchachote fuerte
-Ya soy mayor, Marta - replicó Christian todo ofendido
De repente, su cabeza se llenó de las imágenes de lo vivido en casa de los Lincoln y sonrió levemente
- ¡ Ay Marta, si tu supieras! Me ves como un niño y sin embargo hoy he sido un hombre apenas sin pensarlo. Y me lo han servido en bandeja.- pensaba en voz queda para que no pudiera escucharle
Marta como si leyera en lo que estaba pensando, continuó:
- Vas a ser un joven muy guapo, bueno ya lo eres. Seguro que las chicas de tu instituto andaran detrás de ti, y quizá las no tan chicas-. Alarmado preguntó a la mujer
- ¿ Por qué dices eso ? No creo que ninguna mujer, mayor que yo, se fije en mi
- Qué inocente eres, Christian. ¡ Hay cada lagarta por ahí suelta, que ya lo creo que darían algo por que tú les dieras, aunque solo fuera una mirada !
- ¡ Vamos Marta !. Me conoces desde pequeño y eso te hace hablar de esa forma
- Si, si... Yo se porqué lo digo. Hay algunas miradas que taladran
- ¿De qué estáis hablando?- la voz de Grace se oyó en ese momento- ¿ Qué le estás contando a mi hijo, Marta?
-¡ Hola mamá !
Grace se quedó maravillada, del chico que tenía frente a ella. Sonriente y relajado. Había abandonado ese rictus amargo que marcaba su entrecejo, y ahora sus hermosos ojos grises, destacaban con un brillo inusitado. No quiso hacer ningún comentario para no sembrar dudas en él. Pero notó a su hijo muy diferente. ¿ Será por el trabajo ?, se preguntaba, e interiormente bendijo el momento en que su amiga le pidió que la ayudase.
Impaciente como nunca, comenzó su jornada descargando cascotes, al día siguiente. Miraba impaciente una y otra vez al lugar por donde siempre aparecía Elena. Pero ella no apareció.
- Es muy temprano. Quizás esté durmiendo todavía- se dijo
Pero la mujer de sus sueños no se dejó ver. De mala gana, hizo un alto en el camino para comer el sandwich que le habían preparado en casa. Ni siquiera el consabido zumo de limón estaba presente ese día. Se acercó hasta la cocina y pidió a Ruth que le diera algo de agua, para calmar la sed. La mujer solícita le ofreció el vaso de zumo y le puso una jarra de agua con hielo para más tarde. Sabía que no debía preguntar por ella, pero no pudo contenerse y, aunque disimuladamente, averiguó el porqué Elena aún no había hecho acto de presencia.
- Se levantaron esta mañana y se fue con su marido. Tenía que ir a la peluquería, así que decidió pasar el día en la ciudad y comer con el señor.
- Se me hacía raro no verla por aquí- fue todo lo que se le ocurrió decir.
Pero en su interior, sintió como un latigazo al comprender que ella tenía su vida, que estaba casada y se debía a su marido y no a él. Una rabia incontenible le hacía que cargara los escombros con más furia que de costumbre. No soportaba imaginar a Elena en brazos de él. Unos celos irracionales se apoderaban del chico. Todo rastro de humor se había esfumado y la alegría del día anterior, simplemente había desaparecido
- Si se cree que me va a tener como un juguete, está muy equivocada. No volveré a verla, eso es. Pondré cualquier excusa y no apareceré más por aquí- mascullaba malhumorado
Pero la idea de no volver a estar más con ella, le volvía loco. No entendía el por qué de esa repentina pasión por Elena. Era imposible que se hubiera enamorado, pero...
- Ha sido el sexo increíble que experimenté ayer. Fue la primera vez en mi vida, y... ¿ será siempre igual, o es porque es ella ?. Dijo que antes de nada teníamos que hablar. ¿ De qué, por qué ? Nunca entenderé a las mujeres. Podemos estar juntos o no, punto. Se resume todo a eso, y lo entiendo. No quiero ni pensar si su marido llega a enterarse que estuvimos en su cama revolcándonos como dos salvajes. No estuvo bien, no señor. Es posible que, pasado el calentón, a ella le remordiera la conciencia, y por eso ha querido estar con él. Bueno, tiene su lógica. Me pensaré si quiero volver mañana.
Autor: 1996rosafermu ( Basado en la novela de E.L. James Cincuenta sombras de Grey )
Fotografías: Archivo de 1996rosafermu
El señor Lincoln, era frio , rutinario, iba a poseerla sin tener en cuenta las necesidades que ella pudiera tener. Que el hecho de ser mujer no significaba que no pudiera tener algunos deseos concretos, y que cuando a veces se lo había pedido, éste había liquidado la situación en menos que canta un gallo, quedándose ella como si nada hubiera pasado entre ellos.
Por eso, al descubrir el deseo de posesión de aquel adolescente, aprovechó la ocasión para guiarle en sus deseos, y así lo haría en lo sucesivo. Tenía la suerte de que era novato, y al menos hasta que tuviera más experiencia, ella llevaría la voz cantante.
Christian volvió a sus caricias, a sus besos y nuevamente, se entregaron uno al otro. El placer inundaba sus cuerpos y sus pensamientos. Nada ni nadie lograría que se rompiera aquel vínculo que acababan de crear.
- Por favor, Christian, ya vale. No puedo más- decía ella entre jadeos
- Elena... te deseo tanto...
-Lo entiendo. Yo también te deseo. Ha sido increíble, pero hemos de terminar... al menos por hoy. Por cierto ¿ qué hora es?
- ¡ Dios mío ! son las seis de la tarde - dijo un asombrado y perplejo Christian ¿ Cómo hemos podido estar todo este tiempo ?
-Tienes que vestirte ya. Mi marido llegará en un momento
- ¿ Lo repetiremos otra vez?
- Ya veremos. Tenemos que hablar, pero ahora... ¡ vamos, muévete de una vez! Si nos pilla aquí, nos mata
Ambos se vistieron rápidamente y arreglaron la cama totalmente revuelta. Hecho esto, Elena echó un vistazo a la habitación, mientras Christian terminaba de ponerse las deportivas. Todo estaba en orden, como si nada hubiera ocurrido
- Hemos de ser muy prudentes - repitió ella- no pueden pillarnos, de lo contrario tendríamos que romper
- Por mi de acuerdo. Tendremos cuidado
La atrajo hacia si y la beso fuerte en la boca
- Me voy ¿ vuelvo mañana?
- Claro, pero no se si tendremos la suerte de hoy. No puedo mandar a Ruth todos los días al supermercado. Pero ya me inventaré algo. Pero antes de que lo hagamos otra vez, tenemos que hablar
- Pero... ¿ de qué ? - preguntó él algo inquieto
-De muchas cosas que nos harán extremadamente felices. Lo de hoy ha sido una pequeña muestra, para lo que tengo pensado. Y ahora vete, por favor. Estoy nerviosa
- Adiós Elena
Salió de la casa mientras ella terminaba de arreglarse. Se maquilló y peinó su cabello. Cuando su marido llegó, la encontró cocinando , preparando la cena . En su actitud y en su rostro, nada hacía presumir que había tenido una tarde tormentosa.
Lincoln depositó sin apenas rozarla, un ligero beso en la mejilla. Abrió el frigorífico y cogió una cerveza dispuesto a bebérsela mientras veía por televisión un partido de rugby. Ella pensaba " nada que ver con Christian. Dios mío qué muchacho. Ha sido increíble. Es un auténtico volcán , y será solito para mi".
Christian, cubrió la distancia desde la casa de Elena, a la suya, corriendo. No sabía muy bien porqué corría. Quizá necesitaba quemar adrenalina. El día se había presentado interesante y no digamos el resto... hasta llegar a la tarde y su despedida hasta el día siguiente.
- Creo que me he enamorado de ella. ¡ Ha sido fabuloso ! Ni en mil años, hubiera imaginado algo semejante. Si alguien me hubiera dicho que mi primera vez iba a ser tan excitante, no me lo hubiera creido. Peter siempre alardeaba de su primera vez, pero luego resultó que ni siquiera se había corrido. ¡ Menudo fantoche ! Esta mujer es...Tiene un cuerpo que te hace vibrar aunque no quieras. Es perfecta. Todo en ella es fabuloso, sus piernas, su rostro, sus pechos... Me ha vuelto loco. Si me dice que me tire de cabeza a un pozo, lo haré sin dudar. Quiero que sea mi maestra en los placeres del amor, del sexo y de la vida. Y yo la prometo ser un alumno aventajado. Y ahora he de calmarme, o de lo contrario mi madre me notará algo raro, porque estoy raro. Puedo decir que soy un hombre, aunque tenga la edad de un crio. Y se lo debo a ella, a mi ángel, mi amada Elena.
Cuando llegó a casa, no encontró a nadie más que a la señora que ayudaba en las faenas caseras
- Mejor, así cuando llegue mi madre, ya me habré duchado y tranquilizado un poco. Volvería hacer el amor de nuevo, ahora mismo. Santo cielo ¡ qué mujer !
Se dio cuenta que no había comido nada en todo el día, y ella tampoco. Se habían alimentado de amor. Pero de repente sintió un hambre espantosa, y decidió bajar a la cocina a prepararse algo, u olisquear lo que estaban cocinando.
- Hola - saludo a Marta que así se llamaba la buena mujer- ¿ Podría comer algo de lo que estás preparando ? huele de maravilla
- Claro que si. Para eso lo estoy haciendo. Ala, siéntate que ya mismo te lo sirvo
- Es que hoy he trabajado muchísimo y me siento hambriento
- ¡ Cómo no..., a tu edad !
-¿ Qué tiene que ver mi edad para tener hambre?
- Mucho... te estás criando. Te estás haciendo mayor y tu organismo necesita que comas para que seas un muchachote fuerte
-Ya soy mayor, Marta - replicó Christian todo ofendido
De repente, su cabeza se llenó de las imágenes de lo vivido en casa de los Lincoln y sonrió levemente
- ¡ Ay Marta, si tu supieras! Me ves como un niño y sin embargo hoy he sido un hombre apenas sin pensarlo. Y me lo han servido en bandeja.- pensaba en voz queda para que no pudiera escucharle
Marta como si leyera en lo que estaba pensando, continuó:
- Vas a ser un joven muy guapo, bueno ya lo eres. Seguro que las chicas de tu instituto andaran detrás de ti, y quizá las no tan chicas-. Alarmado preguntó a la mujer
- ¿ Por qué dices eso ? No creo que ninguna mujer, mayor que yo, se fije en mi
- Qué inocente eres, Christian. ¡ Hay cada lagarta por ahí suelta, que ya lo creo que darían algo por que tú les dieras, aunque solo fuera una mirada !
- ¡ Vamos Marta !. Me conoces desde pequeño y eso te hace hablar de esa forma
- Si, si... Yo se porqué lo digo. Hay algunas miradas que taladran
- ¿De qué estáis hablando?- la voz de Grace se oyó en ese momento- ¿ Qué le estás contando a mi hijo, Marta?
-¡ Hola mamá !
Grace se quedó maravillada, del chico que tenía frente a ella. Sonriente y relajado. Había abandonado ese rictus amargo que marcaba su entrecejo, y ahora sus hermosos ojos grises, destacaban con un brillo inusitado. No quiso hacer ningún comentario para no sembrar dudas en él. Pero notó a su hijo muy diferente. ¿ Será por el trabajo ?, se preguntaba, e interiormente bendijo el momento en que su amiga le pidió que la ayudase.
Impaciente como nunca, comenzó su jornada descargando cascotes, al día siguiente. Miraba impaciente una y otra vez al lugar por donde siempre aparecía Elena. Pero ella no apareció.
- Es muy temprano. Quizás esté durmiendo todavía- se dijo
Pero la mujer de sus sueños no se dejó ver. De mala gana, hizo un alto en el camino para comer el sandwich que le habían preparado en casa. Ni siquiera el consabido zumo de limón estaba presente ese día. Se acercó hasta la cocina y pidió a Ruth que le diera algo de agua, para calmar la sed. La mujer solícita le ofreció el vaso de zumo y le puso una jarra de agua con hielo para más tarde. Sabía que no debía preguntar por ella, pero no pudo contenerse y, aunque disimuladamente, averiguó el porqué Elena aún no había hecho acto de presencia.
- Se levantaron esta mañana y se fue con su marido. Tenía que ir a la peluquería, así que decidió pasar el día en la ciudad y comer con el señor.
- Se me hacía raro no verla por aquí- fue todo lo que se le ocurrió decir.
Pero en su interior, sintió como un latigazo al comprender que ella tenía su vida, que estaba casada y se debía a su marido y no a él. Una rabia incontenible le hacía que cargara los escombros con más furia que de costumbre. No soportaba imaginar a Elena en brazos de él. Unos celos irracionales se apoderaban del chico. Todo rastro de humor se había esfumado y la alegría del día anterior, simplemente había desaparecido
- Si se cree que me va a tener como un juguete, está muy equivocada. No volveré a verla, eso es. Pondré cualquier excusa y no apareceré más por aquí- mascullaba malhumorado
Pero la idea de no volver a estar más con ella, le volvía loco. No entendía el por qué de esa repentina pasión por Elena. Era imposible que se hubiera enamorado, pero...
- Ha sido el sexo increíble que experimenté ayer. Fue la primera vez en mi vida, y... ¿ será siempre igual, o es porque es ella ?. Dijo que antes de nada teníamos que hablar. ¿ De qué, por qué ? Nunca entenderé a las mujeres. Podemos estar juntos o no, punto. Se resume todo a eso, y lo entiendo. No quiero ni pensar si su marido llega a enterarse que estuvimos en su cama revolcándonos como dos salvajes. No estuvo bien, no señor. Es posible que, pasado el calentón, a ella le remordiera la conciencia, y por eso ha querido estar con él. Bueno, tiene su lógica. Me pensaré si quiero volver mañana.
Autor: 1996rosafermu ( Basado en la novela de E.L. James Cincuenta sombras de Grey )
Fotografías: Archivo de 1996rosafermu
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